jueves, 22 de enero de 2009

No lo conoces de nada, pero sientes algo muy especial hacia él que hace que le confíes todos tus secretos más profundos. No le cuentas tu vida, ni tus aficiones, ni todo aquello que haces día a día porque no tiene importancia. Lo importante es saber que está ahí, al otro lado del teléfono, del ordenador o de unas cuantas paredes. Sin saber por qué sientes la sensación de que esa persona es tu igual, no es un amor como el que habías vivido en tus quince años de vida, no quieres estar con él para comerle la boca sino que lo quieres para sentarte en un banco a su lado y hablar durante horas; y tampoco es tu amigo, pues no lo conoces lo suficiente, sabes su nombre y poco más. Llevas años y años viéndolo cada día pero nunca te habías fijado en él, era una persona más que iba a tu mismo instituto al que no prestabas atención. Más un día, por casualidad, te encuentras con él y le saludas; unos días después te llega un mensaje suyo; más tarde lo llamas y habláis durante horas si saber de qué. Sería erróneo llamarle confianza pero hay algo que te impulsa a llamarlo cada noche, a hablar de nada con él, sin ese nada no duermes a gusto, necesitas saber nada pues ese nada o ese todo es lo que sientes por él. Cuando os veis, no escuchas más que un simple hola y sientes que necesitas hablar con él igual que cada noche o cada tarde más eres incapaz. No encuentras ni el momento ni la oportunidad para intentar pasar del hola al que tal. Van pasando los días y todo sigue igual, cada vez sientes una mayor necesidad de acercarte a él o decirle si quiere quedar algún día pero no eres capaz. Cierto día, de nuevo fruto de la casualidad, te das cuenta de alguna manera que él ya quiere a alguien. Las lágrimas comienzan a resbalar por tus mejillas y te preguntas la razón; si solo es una persona a la que no conoces y con el que nunca has hablado de tú a tú, ¿por qué lloras al saber que está enamorado de otra? Te das cuenta entonces de que sí era especial, muy especial, no era ni un conocido, ni un amigo, ni quizá u posible novio; pero no tienes nada que hacer así que lo más correcto sería tratar de quedar como amigos sin que él nunca se enterase de lo que sentías. Haciendo que pareciese casualidad le preguntas de quien está enamorado y todo eso. Echando por suelo las pocas esperanzas que tenías de ser su amiga, no te lo dice; se lo vuelves a preguntar, no te lo dice; una vez más, no te lo dice hasta qué, en una conversación vuelve a salir el tema y te dice al fi que esa persona eres… ¡tú! No te lo crees, no te conoce como te va a querer, es imposible. Vuelves a preguntar por quien iba, la respuesta es la misma. Poco a poco te vas creyendo todo lo que te dice, nada es imposible, y te das cuenta que ambos sentís lo mismo, no sabes si es amor o no, pero los dos sois especiales para el otro. A veces piensas que deberías decirle algo o quizá pedirle algo pero las cosas no cambian en absoluto. Seguís si hablar cara a cara mientras cada noche los mensajes van y vienen. Los días pasan y te vas dando cuenta de que… ¿estás enamorada? Imposible. Transcurre el tiempo y todo sigue igual, discusiones a cientos pero cada día sientes más la necesidad de sentarte a solas a su lado.Una noche, mientras, aburrido, buscas algo que hacer, te das cuenta de que todo, todo es mentira…

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